¿Alguna vez has visto la frase: «¡Cuídate de los Idus de Marzo!»? Pues tiene su origen en la Historia, en la manera que tienia los romanos de nombrar los días de su calendario, que difieren de cómo los nombramos en la actualidad. Y en un hecho que ocurrió el 15 de marzo del año 44 a.C.
Estatua del Emperador Julio Cesar
El calendario romano estaba condicionado a ser una herramienta religiosa, para concretar las fiestas. Los meses se dividen en tres períodos: calendas (primer día del mes), Nonas (quinto o séptimo día del mes) e Idus (día 13 o 15 del mes), que corresponden respectivamente a la luna nueva, la luna media y la luna llena Esto quiere decir que los romanos no conocieron la división en semanas, que en realidad no se impuso hasta el emperador Constantino.
Durante la última República romana, la fiesta del año nuevo se celebraba en el Idus de Marzo y la gente se reunía para celebrarla cerca de Roma, en la Via Flaminia, a orillas del río Tíber. Brindaban con comida, vino y música y ofrecían sacrificios a la deidad romana Anna Perenna buscando un feliz y prospero año nuevo, nuestras «uvas modernas».
Entre el 222 y el 153 a. C., los idus de marzo también marcaron el comienzo del nuevo año consular, en el que dos cónsules elegidos anualmente asumían la carga de los líderes de la República.
Asesinado por Julio César
En el año 46 aC Julio César fue nombrado Dictador Perpetuo. Un grupo de senadores preocupados por las inclinaciones monárquicas de Julio César decidieron conspirar contra él y asesinarlo, concretamente el 15 de marzo del 44 a.C.
El día anterior al asesinato, la esposa de César, Calpurnia, supuestamente había tenido una pesadilla en la que le advertía a su esposo sobre el asesinato. Dado que Calpurnia no era dada a las supersticiones, se dice que el dictador decidió quedarse en la casa y envió un mensaje al Senado para informarles que su mala salud le impedía salir de su casa para librarse de cualquier asunto público. Sin embargo, Décimo Bruto finalmente logró convencer a César de que asistiría a la cámara, pues en unos días se ausentaría del país y debía dejar los asuntos políticos convenientemente amarrados.
Hasta principios del año 44 a. C. César había contado con la protección de una escolta de auxiliares españoles, pero los había licenciado como demostración de normalidad política cuando el Senado aprobó prestarle juramento de lealtad. El 15 de marzo, César acudió al Senado sin más protección que sus más allegados.
Antes de que comenzara la reunión del Senado, los conspiradores se sentaron alrededor del dictador fingiendo pedirle diferentes favores, por ejemplo, Lucio Tilio Címber, quien había cumplido las órdenes de César, les rogó que perdonaran a su hermano que se encontraba en el exilio. Mientras el dictador romano trataba a los calamares del grupo, Címber tiró de la toga de César y mostró su hombro desnudo: estaba en señal. Casca sacó su puñal y los clavó, pero solo él pudo arañar el cuello del dictador. Según algunas versiones, César agarró los brazos de Casca y lo obligó a quitarle la daga.
Vincenzo Camuccini – La muerte de Cesare
Julio César, no solo se defendió por unos segundos de los ataques, sino que pudo recibir un fuerte golpe y golpear a varios hombres, al menos a dos, incluido Marco Brutus en un muslo. Tras el ataque, los otros conspiradores se unieron a la lucha, propinando a Julio César numerosas cortes. Solo dos senadores intentaron ayudar al dictador, pero no lo alcanzaron.
Según algunas fuentes, Marco Bruto (adoptive son of Julio César) fue uno de los últimos en acuchillarlo, con una herida en la ingle, y fue el momento en el que Julio César dijo su célebre frase: “¿tú también hijo mío, tú ¿también?».
De las 23 puñaladas que recibió, solo una fue mortal, de Marco Bruto. Entonces Julio César se cubrió la cabeza con su toga morada en un último esfuerzo por mantener su dignidad y cayó junto al pedestal de la estatua de Pompeyo, su mayor enemigo.
En este momento el pánico se apoderó de la sala, los senadores que no habían participado en el ataque huyeron del lugar inmediatamente. Durante un tiempo, toda Roma quedó anonadada sin decidir y ese fue el comienzo de una nueva guerra civil o el origen de las fiestas por la muerte de un tirano.
Tras el anuncio de la muerte de Julio César, hubo disturbios y ataques en la ciudad, sobre todo contra las casas de los conspiradores. En un plazo de tres años, prácticamente todos los conspiradores fueron ajusticiados.
La muerte de Julio César en el Senado se considera el punto de inflexión en la Historia de la Antigua Roma, marcando el paso de la República Romana al Imperio Romano. De ahí la importancia cultural de la referencia a los Idus de Marzo.